Contemos el día de hoy.
Con un día nublado, con iniciación a tormentas eléctricas, con un día poco motivador, pensando en lo que tenía por delante, el chico se levantó, habló con Clotilde para saber de ella, le pidió dinero, puesto que ella no tenía, se llegó a comprar algo de comida para ambos con 10 euros, desayunó y se fue a reunirse con un pariente suyo al ambulatorio para revisar unas ronchas que tenía, recoger una bolsa de ropa y volver a casa. Volvió a casa, se cambió, se tumbó, revisó la ropa, mientras la revisaba, se le cerraban los ojos pero consiguió revisarlo todo. Pocos minutos después, se levantó de la cama, recogió algunas cosas para volver a echarse en la cama y dormir. Se tumbó en la cama, cerró los ojos y tal como los cerró, se quedó dormida. Una, dos y casi tres horas dormido. Cuando despertó, deambulaba por la casa sintiéndose perdido. Recibió dos llamadas en el día de sus padres preguntándole si iba a ir a aquel lugar donde estaban todos reunidos, él, sin muchas excusas, dijo que no, ¿P