20/01/2021
Nunca tuvo buen despertar, pero su marido siempre hacía que se levantara como una rosa, brillando con esa luz que desprendía, le acariciaba la mejilla, le daba un beso y le decía: 'buenos días, preciosa.' y cuando ella se giraba, él la abrazaba por detrás. Cuando él pasaba su brazo hacia su cintura y la arrimaba hacia él, ella le agarraba el brazo como si jamás se quisiera desprender de ese momento ni de él, cosa que era siempre, verdad. Siempre soñó con este momento, siempre. Siempre la despertaba él primero, porque sabía que ella no tenía buen despertar y nunca se atrevió a torcer su día por no tener esos detalles que él sabía que la hacían feliz. Siempre le decía cuando terminaban de desayunar 'anda gruñona, vamos a trabajar.' A mediodía él estaba esperándola apoyado en la columna del su piso que por fin habían comprado, a ella le brillaban los ojos como nunca cuando abrió la puerta y lo vio allí apoyado. Le dio un beso y él le dijo: - Cariño, estás hoy más precios