Jueves, 28 de Mayo de 2020
María nunca había tenido unos buenos despertares, nunca. Siempre se levantaba de mal humor, y queriendo no despertarse. Formaba parte de su carácter y le resultaba muy difícil de cambiar. Su día mejoraba conforme ocurrían cosas. Unas veces las ponía de muy buen humor, otras no le afectaba nada y otras las enfadaba tanto que se refugiaba en su cama y volvía a dormirse. Lo curioso de todo esto es que no es que fueran situaciones que realmente fueran para enfadarse, es que tenía un carácter tan complejo, tan difícil, que ni ella sabía gestionar. Eso sí, todo el amor que daba, era el más puro que salía de sí misma, y todo se los daba a los mismos, a los suyos. Daba muchísimo amor a los suyos, pero se había dado cuenta de una cosa, de que era una persona muy selectiva, daba más por aquellos que de verdad sentía que tenía que dar. ¿Es esto bueno? Pues... en realidad no, no por el hecho de ser selectiva, sino por el hecho de... ¿Y si esas personas a las que tú das menos, dan más por ti? Fall