21/01/2013.
-Describe un paisaje, por favor. +¿Cómo quieres que sea? -Piensa. +Eres tú el que me lo ha pedido, piensa tú. -Parecido al cielo. +¿Cómo? -No lo entiendas, descríbelo. +Es... grande, sin fin alguno. -Efectivamente, ¿qué entiendes ahora? +¿Lo mucho que me quieres? -No, lo que puede durar que estemos así. +¿Así cómo? Llevas varios meses sin demostrarme nada. -Sabes que yo lo demuestro en un momento determinado, no lo vuelvo a demostrar, se me queda. +Te equivocas, aún hay algo que no me has demostrado. -Dime tú. +Que me puedes ver. -No te lo crees, no es culpa mía, intento hacértelo ver, ¿a que lo piensas? +Yo no veo nada, me cabreas. -Te cabreas tú sola, sabes que te estoy siguiendo pero intentas verlo desde un punto de vista realista. +Deja de cabrearme, por favor. -Métete en la cama y duérmete, mañana nos espera un buen día.