-Describe un paisaje, por favor.+¿Cómo quieres que sea?-Piensa.+Eres tú el que me lo ha pedido, piensa tú.-Parecido al cielo. +¿Cómo?-No lo entiendas, descríbelo.+Es... grande, sin fin alguno.-Efectivamente, ¿qué entiendes ahora?+¿Lo mucho que me quieres? -No, lo que puede durar que estemos así.+¿Así cómo? Llevas varios meses sin demostrarme nada.-Sabes que yo lo demuestro en un momento determinado, no lo vuelvo a demostrar, se me queda.+Te equivocas, aún hay algo que no me has demostrado.-Dime tú.+Que me puedes ver.-No te lo crees, no es culpa mía, intento hacértelo ver, ¿a que lo piensas?+Yo no veo nada, me cabreas.-Te cabreas tú sola, sabes que te estoy siguiendo pero intentas verlo desde un punto de vista realista.+Deja de cabrearme, por favor.-Métete en la cama y duérmete, mañana nos espera un buen día.
Después de tan trágico accidente, y unos días después de la visita al hospital de Clotilde y Martín, Matilda regresaba a casa habiéndose recuperado física y mentalmente, esto que había ocurrido había sido un antes y un después en su vida. Tanto Matilda como su marido Marcos, habían tomado una decisión, el volver a intentar quedarse embarazada lo habían descartado al 100% puesto que después de esto, significaba que tanto ella como el futuro o futura bebé estarían en peligro y no estaban dispuestos a ello. Clotilde y Martín, después de estar pendientes en todo momento de Matilda y ejerciendo sus labores habituales tanto con el trabajo como en su familia, fueron una tarde cualquiera de otoño a casa de Matilda y Marcos a ver cómo estaban. Tanto Marcos como Matilda no pudieron alegrarse más de verles y más con sus hijos. Marcos, emocionado, les dijo - Sentaos que os tenemos que contar algo muy importante y serio.- Martín, ante estas palabras, era la primera vez que se ponía tan nervios...
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