¡Clotilde se había puesto de parto! ¡LLEGABA LA BEBÉ! Sí, era una niña hermosísima, que estaba apuntito de nacer y de conocer a toda la familia que la esperaba con los brazos abiertos. La espera se hizo interminable, pero por fin, llegaba. Esa noche, Clotilde no pegó ojo en toda la noche, y Martín tampoco, los que sí que habían dormido plácidamente, eran sus hijos. A las 4 de la mañana se puso de parto y Martín corrió a avisar a la familia, y a dejar a los pequeños con los abuelos de urgencia para ir inmediatamente al hospital. Después de horas, muchas horas esperando a su llegada, al fin el momento había llegado: - ¿Familiares de Clotilde? - Martín, desesperado, atendió nervioso: - Yo, por favor, dígame que está todo bien -. El médico, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo: - Mejor no pueden estar y más campeonas, no las he visto, venga conmigo - Martín, llorando, acompañó al médico y allí la vio, sonriendo y con la bebé en sus bracitos. - Ya está aquí amor - Dijo Clotilde...