De vuelta de las vacaciones, Clotilde y su familia volvieron mucho, mucho más renovados, más calmados y sobre todo, más felices, dándose cuenta de lo que verdaderamente tenía valor en la vida: el estar en ella y tener en cuenta cada momento bonito que tenían, y sobre todo, la importancia de conocerse y tratarse. El valorar y disfrutar cada momento, hacía que la vida fuese mucho más bonita, y mucho menos injusta. También os digo que una cosa es valorar cada momento y cada segundo de nuestra vida, y otra muy distinta es negar lo innegable y negar que todo era de color de rosas y que no había momentos malos, el creer eso era vivir en una utopía (una mentira para que me entendáis). Clotilde en teoría, se había levantado con buen pie, acababa de cobrar, y eso como a todos, la ponía aún más contenta. Tenía que comprar unos vuelos para verano para irse de vacaciones con su familia, pero se equivocó de destino y de fecha, y preguntaréis, ¿y cómo es posible? primero, porque no había desayu...