Enero.

Con todo el frío del mundo íbamos a hacer ese viaje que tanta ilusión nos hacía. Allí.
Pasaban las semanas hasta que... una semana antes del viaje vino todo. Me faltaban por preparar muchas cosas y cada día que pasaba más lenta las preparaba, en la medida de lo posible. Cada vez estaba más cerca ese día. Tenía miedo, era la primera vez que viajaba fuera de España, debería haberme dado un ataque de nervios, pero no, no me dio.
Un sentimiento de tristeza inundó mi cuerpo y mi mente. No podía sentir ilusión, la situación me entristecía. La situación de estar como estaba hacía que yo no me fuera feliz ni me fuera tranquila, como debería haberme ido. Todo dio igual.
Y por fin llegó el día de irme. Últimas cosas, ese día sí estaba bastante nerviosa, pero no lo exteriorizaba. Estaba lista. Montada en el coche me entraron ganas de llorar, y a la vez pensaba si lo tenía todo. No lo tenía todo. En el aeropuerto de aquí empecé a exteriorizar todos los nervios y ya pasaron a ser enfados. Ya se acercaba la hora y yo tenía que irme. No estaban todas las personas que yo quería que me despidiesen, lo cual hizo que mi enfado y mi tristeza aumentaran. Me despedí de los que estaban allí. Pasamos ese pasillo hasta la puerta de salida del aeropuerto, donde estaba el avión.
Ya en el avión, me dispuse a escuchar música. Fotos, muchas fotos y "¡QUE NOS VAMOS!" Ahí empecé a sentirme en calma. España se empezaba a alejar. Eso nos empezó a gustar.
Cuando ya por fin llegamos, antes de aterrizar, apreté fuerte la mano de una amiga que estaba sentada a mi lado. Me entró vértigo. Bajamos del avión y todos nos quedamos con la cara a cuadros al ver dónde estábamos. De noche, no nos lo creíamos. Adiós España.
Llegamos al aeropuerto de allí. Estábamos todos en tensión porque teníamos que pasar el control. A mí se me añadió la tensión que tenía de los días antes del viaje. Pasamos el control con éxito.
Al fin fuera del aeropuerto. Nos montamos en ese autobús que nos llevaba al hotel.
Tras una hora de trayecto, observándolo todo, llegamos al hotel. Un recibimiento un tanto sorprendente, he de decir. Soltamos las cosas y directamente nos fuimos de turismo por aquellas calles de aquel lugar. Maravilloso, muchas luces, mucho frío, mucha gente todavía por allí merodeando... Mi cuerpo ya empezaba a llenarse del espíritu en calma de la ciudad.
Parándonos a cada momento para captar todos los rincones de aquel espíritu en calma, llegamos a una plaza grande, donde empezamos a dispersarnos y nos dispusimos a cenar. Cualquier alimento era suficiente para saciarnos.
Tras muchas vueltas aquel día por aquella zona, decidimos volver al hotel porque ya era tarde. Un buen paseo por aquellas calles. Cuando llegamos a nuestras correspondientes habitaciones, nos dispusimos a asearnos y por fin, a dormir, porque descansar... era una cuestión relativa.
A las 8 de la mañana estábamos ya en planta. Nos vestimos, muy abrigados y bajamos a desayunar. Un desayuno digno de mirar. Todos dijimos: "¡VAYA FRÍO MUCHACHOS!" y andamos hasta un precioso museo. Una hora relativamente larga, observando cada una de los monumentos y cada uno de los rincones de ese maravilloso edificio. Terminamos allí y... nos fuimos a comer, ¿dónde? mmm... sinceramente, no recuerdo, pero podría ser un sitio de estos de "fast food.". Cualquier alimento era suficiente para saciarnos, ¿recordáis?
Os estoy hablando del primer día, porque, sinceramente, no recuerdo los siguientes, de los siguientes recuerdo que el comienzo del día era el mismo y que visitamos los monumentos más bonitos de la ciudad.
Lo que sí recuerdo y he de contar es aquel día en el que estuvimos paseando por una de las calles que daban a la zona más bonita de la ciudad. Como nos dispersamos yo me fui a una tienda que había de apple, y allí estuve hasta que me tocaba irme. Pude socializar con una persona relativa y... por un momento hasta le eché de menos. Ya no contacté con él hasta que el día antes de irnos, pude pillar conexión y le dije: "vuelvo a España.". No contestó. No volví a contactar con él hasta el día que llegué a España, que le volví a decir: "En territorios españoles me hallo." Tampoco contestó.
Salí de la zona de embarque y entonces me llevé una gran sorpresa. Allí estaban ellos, esperándome. Mis familiares, y allí sí estuvo la persona que no estuvo al principio. Fue el momento más feliz después de todo.

Y aquí concluye el viaje. Volví, revoltosa, pero volví.
Tuve esperanzas desde que llegué a esa maravillosa ciudad de estar en paz conmigo, con mi persona, con mi cuerpo, con mi alma, con mi mente. Pero no fui capaz. Todavía sigo sin serlo. 

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