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¡Allá vamos, vida!

Como las historias que suelo contar son siempre de chicas, os la voy a contar esta vez de un chico. 
Este chico se llamaba Galardón, le gustaba su nombre, porque hacía referencia a la felicidad que sentía con los suyos. Cuando era pequeño le encantaba crear un mundo en el que él fuera el protagonista de todas las historias que sucederían en ese mundo. Se imaginaba siendo rico, teniendo dos edificios enormes por casa, una pareja con la que se veía toda la vida, dos empresas dirigidas por él, y al final, acabando con un hijo y siendo presidente de todos esos edificios. Se sentía grande en ese mundo. Salía, entraba, se disfrazaba, cogía utensilios que tenía en su casa para hacer cada vez más real ese mundo. Toda la gestión de las empresas y de los edificios las estampaba en folios bonitos, y guardado en ficheros de colores. Era muy sibarita, muy cuidadoso con todo, le gustaba asignar a cada instrumento su uso y si no era así, ya no quedaba satisfecho, pero aún así, se las apañaba para que las cosas fueran bonitas y quedaran bien. 
Era feliz, le gustaba su mundo. Los días, las horas, los minutos, y los segundos pasaban, hasta que se convirtió en alguien que acababa de entrar en la etapa de la adolescencia. Ya se empezó a apartar de ese mundo muy poco a poco, porque le gustaba recordar lo que hacía cuando era más pequeño. Así, que comenzó a unirse al mundo real que le rodeaba. Entró en el instituto, y... todo el mundo sabe lo que hay allí, ¿no?. Empezó a conocer gente a punta pala, de todo tipo, de todos los colores. Personas malas, buenas, intermedias, extremadamente buenas, y extremadamente malas, y todo el mundo sabe que los extremos no son buenos, y si no lo sabéis, os lo digo yo. Todo eran risas, salidas a los parques, en el pueblo donde vivía... "¡Venga, vámonos con esta gente que nos lo vamos a pasar genial!" A todo se unía, a todo decía que sí, o a casi todo. Era muy lanzado, todo se le notaba. 
Después ya... con  la primera bronca se empezó a venir abajo porque claro, ¿a quién le gusta o le sienta bien una bronca? por favor, si hay alguien, que me lo diga para hablar seriamente con esa persona. 
Un buen día llegó uno de los chicos con los que se reunía y le dijo: "Chaval, se te ve el plumero." y él respondió: "¿A qué te refieres?" A lo que el otro dijo: "No te me hagas el tonto que todos te hemos pillado." Galardón estaba hasta asustado. Le preguntó al resto de la pandilla qué ocurría y nadie le hablaba, e incluso le ignoraban. Le preguntó al último chico con el que estuvo y éste le dijo: "Tienes demasiadas buenas intenciones, no pareces de este mundo, y te lo digo como colega tuyo que soy. La pandilla te ha rechazado, debes aceptarlo." A lo que Galardón contestó: "¿Tú también me rechazas?"
y el chico le dijo: "Yo... me voy donde me siento agusto, hasta pronto, Galardón." 
A Galardón se le mezclaron una serie de emociones en ese momento que no sabía cómo afrontarlas, lo habló con su madre y su madre no le dio la respuesta que él necesitaba oír, pero realmente esa respuesta él no la sabría hasta mucho tiempo después. Galardón estuvo en su casa durante un período prudencial pero no corto de tiempo, inmerso en su mundo imaginario, irreal, pero... ya no sé sentía igual, algo fallaba, no sabía muy bien el qué, pero algo fallaba. 
Pasada esta etapa, aparcó en la siguiente, la juventud. Ya se había alejado cada vez más del mundo imaginario que él mismo creó, aunque ya en esta etapa lo echaba de menos. Estuvo cada vez más metido en la vida real pero sin olvidar su mundo imaginario. Ya aquí existía una diferencia con el mundo que creó en su infancia, y es que... ese mundo él quería que fuese real, aunque con algunos matices que ignora como lo de tener dos empresas dirigidas por él, etcétera, puesto que ya lo asociaba más a la vida real. 
En esta etapa, ya llevaba cargado a su espalda como... 6 ó 10 años de vida real. Con lo que... hubo un momento de un día lluvioso en el que recordó aquel conflicto que tuvo con su pandilla de adolescente. Salió aquel día a comprar tabaco para su madre, y curiosamente se encontró a esa pandilla, a los que Galardón se acercó y les dijo: "Hola, ¿ya os habéis terminado de olvidar de mí?" a lo que los chicos contestaron: "Ehm... ¿todavía sigues aquí? no te esperábamos." A lo que Galardón contestó: "Ahí está la cosa, en no esperarme, pillaros por sorpresa era lo que pretendía, para deciros que si tengo buenas intenciones es porque me gusta ser buena persona y me gusta que los demás hagan lo mismo conmigo." Los chicos, aturdidos, contestaron: "Tenemos que irnos, que te vaya bien.". Si os digo la verdad, ellos no recordaban aquello que Galardón les dijo así, de sorpresa, no se acordaban de hecho que habían tenido una bronca cuando eran pequeños. 
A parte de haberse quedado a gusto con esto, se enfrentó a situaciones muy complejas y tuvo que asumir muchas responsabilidades que jamás pensó que tendría, cosa que... al final, terminó diciendo: "¿Se parecerá mi vida a la vida que imaginé cuando era un crío?" Nunca se sabrá, porque esa vida sólo la vivirá él. 
Sólo espero que... sepa organizarse el tiempo y sepa distinguir lo que hace bien, de lo que hace mal. 

Moraleja; Acepta que vas creciendo. 

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