Por qué tendrá el chico que justificarse por todo aquello que hacía pensando que es lo mejor para él? Para su propia vida profesional, personal... Las decisiones que toma siempre las toma pensando en los suyos y en lo bien o mal que hará en su vida en un futuro. Pues eso se llama planear, y ni él ni ninguno de nosotros, sabemos planear el futuro, pero sí sabemos con quién queremos estar en él.
No se trata de justificaciones, cada uno actúa según sus principios, sus circunstancias y su vida, en el caso de este chico, encauzándolo de la mejor manera posible y llevando a su gente siempre en sus planes, no tendría por qué justificarse con la gente que quiere cuando toma decisiones con respecto a su vida personal y profesional porque no por justificarse significa que lo incluya en sus planes ni el no hacerlo significa que no lo incluya, significa que la vida da muchas vueltas y las decisiones de este chico giran en torno a sus principios y a su vida en todos sus aspectos.
Una tarde, reflexionando sobre esto y sobre todo en general, el chico pensó que debía pedir perdón por todas aquellas palabras en mal estado que soltó en momentos que no eran apropiados por impulsos indebidos, palabras que aludían al pasado, y a pasados que no era bueno recordar, ¿qué necesidad había? Lo curioso es que la conversación que tuvo un día de ejercicio con su mejor amigo empezó precisamente con la frase de: '¿Qué necesidad hay de soltar mierda donde no es necesario y cuando ya no lo es?' en relación a una situación que ocurrió y que se tornó a palabras necias que no debieron salir. Como diría Gandhi: 'cuida tus palabras, porque se volverán actos.' Qué razón tenía y qué poco caso le hizo nuestro chico en cuestión.
Esa misma tarde, además de pensar que debía hacerlo, lo hizo, habló consigo mismo en voz alta y pidió disculpas por esos impulsos que debió controlar.
No se sabe muy bien qué arreglaría con eso, y quizá no es limpio del todo, pero sí debió hacerlo y lo hizo.
Tambien dio las gracias por seguir viviendo.
Seguiremos.
Clotilde, su marido y sus hijos decidieron darse un descanso, tanto mental, como físico, y decidieron cogerse ambos unas vacaciones en Fuenlabrada, Madrid. Fueron unas vacaciones turísticas muy buenas, teniendo en cuenta que no era lo típico de playa, piscina o rutas de senderismo de invierno, qué va, sino eran unas vacaciones de dejar el piloto automático de su vida en Sevilla, para empezar unos días de paz, diversión, pasar tiempo de calidad con sus hijos, conocerse más cada uno y entre ellos y sobre todo, de conocer un sitio nuevo con su familia. Fue una semana, una semana en la que se estaban hospedando en un hotel de 4 estrellas - lo nunca visto antes en su familia - que tenía jacuzzi y todo lo que nunca habían probado. Tenían por supuesto, pasatiempos para bebés y niños pequeños. Los pequeños se lo pasaron increíblemente bien, y los adultos, aún más, y diréis 'anda, ¿y eso por qué?' sencillo, ver que sus hijos se lo estaban pasando increíblemente bien y que por fin, estab...
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