Poco después, llegaron sus padres de tomar el sol fuera, cuando él, con su indignación interior, le preguntó a su madre: 'mamá, ¿soy muy radical por pensar que no puedo respetar o me cuesta muchísimo, respetar a una persona que no me respeta ni a mí, ni a los demás, por el hecho de pensar distinto?' a lo que la madre contesta: 'Hijo, es cierto que el respeto se gana, pero tampoco puedes demostrar que estás al mismo nivel que ellos no demostrando el respeto que tú tienes por todos aquellos que te rodean, si tú demuestras el respeto que ellos no merecen, los dejas en evidencia.'.
Respuesta que estabilizó a Gerardo, pero que no termina de interiorizar porque... su carácter firme no le ayuda, pero sí entendió que su madre tenía razón, como todas las veces en las que ella hablaba.
Para Gerardo, su madre era un referente más para seguir de ejemplo, todo se lo consultaba, hasta las cosas más obvias de la vida, se las consultaba. Se sentía especialmente dependiente de su madre, y de su familia, en general, y no se planteó nunca si eso era bueno, o malo, porque realmente, en términos generales, nunca le sentó mal el hecho de ser una persona así.
Y entonces... llegó a la conclusión de que podría ser firme en sus pensamientos, pero sin radicalizarlos, por mucho que le costara, pero sí es cierto que... EL RESPETO SE GANA, AMIGOS/AS.
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