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Clotilde y sus incontrolables emociones.

 Clotilde decidió irse a vivir con su pareja a un piso en un barrio distinto del que vivían sus padres. La familia estaba especialmente contenta de que su hija por fin pudiera independizarse y que su trabajo a través de las redes sociales dieran sus frutos, después de tantos años currando en ello. El proceso de la mudanza, todos sabemos que es un estrés, Clotilde no era una persona especialmente paciente ni tenía un carácter que demostrara lo contrario. Hubo bastantes discusiones entre la pareja porque era la primera vez que organizaban y que se metían en una mudanza y suponía que Clotilde estuviera especialmente irascible y enfadada. Su pareja no hacía más que repetirle: - Como sigas así no sé si podré atreverme a dar más pasos en nuestra vida contigo.-. Clotilde se arrepentía constantemente de ser así, y siempre le pedía disculpas, sobre todo porque sabía que la que cometía el error, era ella. Al final siempre decía: - Si lo que más deseo del mundo, es pasar el resto de mi vida contigo, Pablo.- A lo que él respondía: - Con esa actitud, me demuestras lo contrario, mi amor, no te sirve pedirme perdón si tu actitud no la cambias, parece que tampoco tienes idea de las ganas que tengo de pasar el resto de mi vida contigo, ¿Crees que para mí esto no supone un esfuerzo? -. Clotilde se quedaba callada ante esas palabras y acababa llorando.

Momentos más tarde después de estos momentos tan tensos, Clotilde se fue a su habitación, se encerró y se pasó toda la tarde llorando, Pablo se había ido a trabajar. Su madre entró a la habitación y le dijo: - Cielo, ¿qué te ocurre? llevas horas llorando desde que llegaste de tu casa. - A lo que ella, entre sollozos, respondió: - Mamá, soy muy injusta con Pablo, no tengo consideración alguna, odio mi maldito carácter, me odio por ser así, ¿por qué lo soy, mamá? -. La conversación con su madre siempre la hacía recapacitar lo suficiente como para darse cuenta de que las relaciones siempre se basan en un quid procuo y ella sentía que en ese momento no lo fue, y no hacía más que pensar que en general, le hacía daño constantemente. Al día siguiente, después de haber dormido con él, ella se dijo así misma: 'no puedo seguir así.'. Se replanteó cambiar, y efectivamente, empezó al día siguiente. 

Los cambios siempre empiezan con pequeñas cosas, como el querer.




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