Clotilde no dejaba de darle vueltas a si la decisión que iba a tomar sería la mejor o no. Sabía que le quería y sabía que tener a sus hijos había sido una decisión de los dos y que para ella era una de las mejores decisiones de su vida, siendo la primera, él. Para ella era muy difícil pensar en que la relación con su marido se había convertido en algo rutinaria, algo monótona, y que, aunque eran felices y esas vacaciones habían hecho que se diesen cuenta de que realmente eran felices, la monotonía y la rutina, no era algo que hubiera desaparecido, y esa magia, esa diversión, ese romanticismo, ese tiempo para ellos, estaba mermando de manera significativa debido a ese piloto automático, y, aunque sus vidas habían cambiado para mejor, seguían teniendo esa rutina que a largo plazo, ella creía que les iba a afectar.
La decisión que tomó Clotilde fueron dos, y muy difíciles, una de ellas, hablar con su marido sobre su relación, decisión que le iba a costar porque tener una conversación de esta índole, no era fácil, sobre todo, después de llevar tanto tiempo juntos. Otra de las decisiones que iba a tomar, era, abrir otra escuela infantil, ¿por qué? porque tenía claro que su negocio le estaba yendo muy bien, tenía la posibilidad de darle trabajo a otras personas, y porque además de eso y lo más importante de todo, era su pasión por los niños, por eso entre otras cosas, es madre, porque es capaz de superar tal nivel de generosidad, que era capaz de darlo todo por todo lo que considera importante sin esperar nada a cambio, sobre todo, esto último, sin esperar nada a cambio.
La conversación con su marido la tuvieron una noche bastante calurosa de verano, que cómo no, en Sevilla no bajaba de los 35 grados. Justo después de cenar, tranquilos, en la terraza de su casa, Clotilde aprovechó el momento con Martín después de dejar a los pequeños de la casa dormidos. Martín la notó ya de primeras bastante seria, compungida, tristona, y lo primero que hizo fue decirle: - Amor, ¿ocurre algo? Llevas un buen rato sin hablar, tristona, y no es propio de ti. Clotilde, apunto de llorar, dijo - Sí, es que... no sé muy bien cómo llevar esta conversación amor, pero ante todo, quiero que sepas que no quiero que nos separemos, para que no te lleves sustos.- Martín, en cierta manera, aliviado, dijo - Entonces no tengas problemas, porque sea lo que sea, lo superaremos juntos. - Ya, esta actitud, a Clotilde le hizo esbozar una sonrisa, porque era lo que de primeras necesitaba escuchar, firmeza en que todo saldría bien durante la conversación.
Después de que Clotilde expresara todo lo que sentía, absolutamente todo, dejó fluir todos sus sentimientos y acabó diciéndole a su marido: - No quiero que vivamos en monotonía, quiero hacer cosas entre los dos, quiero romper con toda la rutina que vivimos, quiero que nuestros hijos vean a papá y a mamá felices siempre, sin rutinas, quiero que crezcan viendo cómo nos queremos de verdad y cómo nuestra relación es sana, sin vivir en una utopía pero dándoles ejemplo a nuestros hijos sobre el verdadero amor. - Martín, ante estas palabras, esbozó una sonrisa, porque esperaba algo peor, ya sabéis, cuando uno empieza con conversaciones así de intensas, lo primero que se suele venir a la cabeza son pensamientos intrusivos malos. Después de dicha sonrisa, dijo - Cariño, nuestros hijos ya están viviendo con unos padres que se quieren, que tienen una relación sana, que les quieren, viven en un entorno familiar donde hay cariño, amor, y sobre todo respeto. Sí, es cierto que vivimos en una rutina, que quieras que no, todos los días hay un patrón que seguimos para llevar un estándar de vida, pero ese estándar de vida, es el que nosotros hemos escogido, y lo hemos escogido desde el amor y porque ambos hemos querido y lo hemos querido porque nosotros nos queremos y las decisiones que tomamos las hemos tomado desde el amor, no por lo que cada uno ha visto en el otro, sino por el amor por cada uno y por el amor en común, así que, ante esto, sólo tengo que decir una última cosa: que te quiero por encima de todo, que por supuesto si no te lo demuestro, me lo digas porque lo hablamos, pero que te quiero, y que aunque tengamos este estándar de vida, nunca es igual, y cada día es distinto, sólo debes fijarte en cada detalle.- Clotilde, antes estas palabras, acabó llorando a moco tendido. No se esperaba para nada estas palabras y tampoco se había parado a pensar en que él no lo veía así, lo estaba mirando desde su perspectiva, por eso él, era más feliz que ella.
Ella aprendió durante esta conversación, primero, que hay diferentes puntos de vista en una relación, y dos, que a veces, la vida es más sencilla de lo que parece y que nuestra actitud, nos hace ver la vida distinta y más difícil de lo que realmente es.
Clotilde, después de esta conversación y de secarse las lágrimas, abrazó fuertemente a Martín, le dio un fuerte beso, y le dijo que ella también le quería, y por encima de todo, y que sus hijos, son la muestra de tal amor, y que ellos, son su fuente vital.
- Mención del autor -: A mí, que escribo esto, es de las publicaciones de esta maravillosa familia, que más me ha gustado escribir, porque mientras la escribía, se me revolvía el corazón, y es una sensación muy bonita. Gracias a todos.
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