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Lo que no se habla, no se sabe - Post especial.

Después de meses con la nueva incorporación a la familia con la llegada del bebé de Matilda y Marcos, Martín empezó a sentirse nostálgico, algo triste, recordó a su familia, lo que serían sus hijos actualmente si estuvieran sus padres. Se dio cuenta de que la noticia de la llegada del bebé de Matilda le había sobresaltado más de lo que él mismo se esperaba. No dejaba de pensar en sus padres, en lo que ocurrió con sus padres cuando él aún era un joven que por no tener no tenía ni pareja. No dejaba de pensar en aquel accidente que le dejó sin vida hasta que se encontró con Clotilde. 
Os pongo en contexto: los padres de Martín sufrieron un accidente de tráfico cuando iban camino de vuelta a casa, Martín esperaba a sus padres en casa para ir juntos a comer, cuando la policía, siendo tan joven, le llamó diciéndole que sus padres habían sufrido un accidente de tráfico y que no habían podido salvar sus vidas. 
Desde aquel entonces, Martín dejó de sentir y de emocionarse por las cosas, no lloraba, no era capaz ni de hablar con sus amigos, ni con su entorno, sólo se dedicaba a trabajar en la tienda en la que trabajaba y atender a la clientela que tenía, sólo vivía para trabajar. Dejó de emocionarse por las cosas tanto buenas como malas, era un ser totalmente hierático, sin expresión. Hasta que consiguió dinero para independizarse, vivía con sus tíos, los que no paraban de preguntarse qué es lo que podían hacer para hacer que siquiera siquiera, soltase alguna lágrima o expresase cómo se sentía, querían ayudarle y no sabían cómo. Hasta que conoció a Clotilde, por supuesto, que entonces, cosa que nunca os conté, pero el primer encuentro de Martín con Clotilde fue como un chorro de agua fría directamente al pecho, porque no fue un encuentro bonito, fue un encuentro demasiado realista, en la facultad, mientras él pasaba por allí y Clotilde salía de sus clases y en una de estas, Martín con la bicicleta que iba, la atropelló y le tiró todos los libros al suelo, y Clotilde, bien de carácter, la primera palabra que le soltó no fue un 'Hola' sino un '-¡Eres imbécil! ¡mira por dónde vas!-' y esa, evidentemente no fue la última vez que se vieron porque después de Martín ayudarla a recoger los libros y decirle que fue un accidente y que qué carácter tenía, Martín tenía que volver al trabajo que tenía justo al lado de la facultad, era complicado no verse. 
Martín no dejaba de pensar en todos estos momentos, la muerte tan trágica de sus padres, cómo dejó de sentir hasta que se encontró con Clotilde, cómo de un atropello nació el amor que él siempre buscó... así que sin dudarlo un momento y después de dejar a Clotilde en casa, se fue a dar un paseo, y rompió a llorar conforme caminaba. Clotilde se sintió bastante rara al ver que Martín le había dicho que se iba a dar un paseo, y que vendría de un momento a otro, principalmente porque nunca lo hacía sin ella. Así que muy extrañada, le llamó por teléfono, pero Martín no le cogía, le escribía mensajes, y no los contestaba, así que asustada, llamó a la vecina y le pidió por favor, que vigilara a sus hijos que tenía que salir urgentemente, la vecina por supuesto, viendo la hora que era, accedió con gusto y le dijo que cualquier cosa que necesitase, que tenían su teléfono y sabían donde encontrarles. Clotilde salió en busca de Martín, asustada y corriendo, y por fin lo encontró, sentado en un banco que había justo enfrente del edificio donde vivían, en la parte de atrás, llorando a moco tendido y con el móvil en la mano. Clotilde no daba crédito a lo que estaba viendo, pero ahí fue, a abrazarle sin dudarlo. Martín le devolvió el abrazo más fuerte que había dado nunca antes. Clotilde después de tal abrazo, le dijo que jamás, jamás, quería que le ocultase que estaba mal, que jamás quería que le ocultase algo tan grande como es el sentimiento de llevar la muerte de unos seres queridos y de saber que está mal.
- Eres mi marido, eres el hombre con quien comparto mi vida, eres el fruto de mi felicidad, eres la razón por la que sigo adelante, tú, junto con los niños, sois la razón por la que estoy aquí. Siempre voy a apoyarte Martín, siempre, cuenta conmigo, y no te lleves algo así solo, lo vamos a pasar juntos.
Mención del autor: Amigos/as, lo que no se habla, no se sabe y no se lucha por llevarlo.

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