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Un accidente que cambió sus vidas.

A la mañana siguiente, después de que Clotilde pasara toda la noche sin dormir y Martín durmiera muy poco viendo a su mujer sin poder dormir, después de desayunar y estar todo preparado para irse a trabajar y los niños con mamá al cole, surgió la llamada, la peor llamada que en cierta manera Clotilde se esperaba: Matilda había perdido al bebé y tenía que retrasar su viaje a Sevilla y cancelar evidentemente su incorporación al trabajo nuevo. Martín y Clotilde no daban crédito a lo que estaban oyendo de boca del marido de Matilda. Matilda evidentemente se encontraba en el hospital ingresada de urgencia porque había tenido un aborto espontáneo. Resultó que Matilda estaba de tres meses, el embarazo iba bien, le habían hecho la primera eco, y en principio todo parecía estar bien, pero finalmente no era así, el embarazo no continuó y antes de los cuatro meses, perdió al bebé. Por más preguntas que se hiciesen Clotilde y Martín de por qué les ha tenido que pasar esto a ellos con lo que han luchado para ser padres en secreto, sin que nadie supiese por lo que realmente estaban pasando, no encontraban respuestas, y sabían que en el fondo, son preguntas a las que jamás les encontrarían una. 
Clotilde delegó en su mejor empleada la gestión presencial de la escuela de manera temporal, teniendo reuniones todos los días por ordenador con Clotilde y gestionando la escuela de manera telemática junto con la planificación telemática de la nueva escuela, una jefa es una jefa. Martín pidió de manera presencial trabajar en remoto y ambos, junto con sus hijos, tomaron la decisión de vivir durante una pequeña temporada, a Madrid, para ayudar durante esta fase del duelo, a sus amigos. 
Clotilde se sentía muy mal, avergonzada y culpable de haber tenido ese presentimiento y esas pesadillas tan feas aquella noche sobre su amiga y su bebé, así que otra noche más, sin poder dormir. A la mañana siguiente, después de desayunar, dejar todo listo en ambos trabajos y preparado a los peques, hicieron sus maletas y compraron los billetes para irse a Madrid. Lo hicieron sin avisar a Matilda y a su marido, primero para darles una sorpresa, y luego, para que no se preocupasen de dónde quedarse, ya tenían sitio. 
Llegaron del viaje por la tarde, así que evidentemente, se dispusieron a ir al hospital donde les había dicho el marido de Matilda que estarían al menos durante unos días, mientras dejaban a los niños con los tíos de Martín. Cuando llegaron al hospital, Matilda estaba sin ser capaz de reaccionar a nada, completamente ida, sin saber dónde estaba ni por qué estaba ahí. Clotilde fue inmediatamente a abrazarla pero Matilda no fue capaz de reaccionar ante ese abrazo, porque no sabía en ese momento ni quién era ella. 
Después de unos diez minutos, Matilda vio a Clotilde, y en ese momento sólo recordaba el momento donde se conocieron en la universidad, y sonrió sin pensárselo dos veces, y dijo: - Ay, mi Clotilde, qué alegría siempre verte, pero no aquí. - Clotilde lo que menos se esperaba, era que Matilda reaccionase así después de semejante duelo, así que siguiéndole la conversación y para hacerla sentir mejor le dijo - En cualquier sitio estamos bien mientras estemos juntas, ¿no decíamos eso? - Matilda esbozó una sonrisa y después se echaron a reír las dos juntas. Martín no daba crédito, pero sabía que era la mejor cura.
A veces, ante un duelo, la mejor terapia siempre será la sonrisa. 

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