La llegada del bebé, además de mucho amor, trajo también mucho, mucho cansancio consigo, más de lo habitual, pero sí que tenían que reconocer, que el amor se había multiplicado de nuevo.
Se avecinaban rachas y épocas de mucho trabajo, y de mucho estrés, pero esta vez, Clotilde tenía claro, que no iba a permitir que el estrés se adueñara de ella. Como ya sabéis y si no, os lo cuento, Clotilde ha sido siempre una persona siempre que ha querido siempre tenerlo todo bajo control, y si algo no sabía si iba a ir bien o no, o si algo no salía como esperaba, la ansiedad se le subía por las paredes y el estrés aumentaba por momentos, pero esta vez, con la llegada del nuevo bebé, no iba a permitir que la ansiedad y el estrés no la dejaran disfrutar de lo que de verdad importa y le importaba, su familia, su bienestar y ante todo, el suyo propio.
Así, que tanto fue así que, una tarde, sabiendo que tenía que avanzar trabajo de las escuelas y que podía haber organizado mejores horarios para sus hijos y más con la llegada del nuevo bebé, decidió sentarse, mirar a sus hijos, sentarse con ellos, abrazarlos, y coger a la pequeña Lucía en bracitos mientras veía a sus hijos mirarla con tanto amor. Entendió en ese momento, que, el avanzar trabajo, el organizar horarios mejores para sus hijos, podía esperar, era más importante escucharles y sentir su felicidad.
Entendió entonces que... el estar ella tranquila y feliz, y hacerles sentir a sus hijos bien, era más importante que el trabajo y que el organizar horarios que ella creía que eran mejores.
Ella sabía perfectamente que, en todos los momentos y en todas las circunstancias no iba a estar tranquila ni sentirse bien, no vivía en una realidad paralela o algo parecido, pero una cosa era no vivir en una realidad paralela y otra, transmitir esa ansiedad y ese estrés y que ese estrés y esa ansiedad se apoderara de ella.
La cuestión no era vivir en un mundo de rosas, si no que las flores marchitas volvieran a florecer.
Empezó con este acto de amor de verdad, pero no fue el único, sino que se permitió parar, disfrutar de momentos consigo misma, de momentos de calidad con su marido y de momentos de calidad con sus pequeños sin olvidar su trabajo, claramente, pero sí estableciendo prioridades, lo que hizo que al final, ganara incluso más éxito profesional, así que imaginaos hasta dónde llega, el no dejar que la ansiedad se adueñe de ti.
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