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Respetar y no imponer.

Clotilde tenía una idea de religión que era un tanto particular, creía en su propia religión, y la predicaba para ella, además, se sentía escuchada cuando predicaba cada noche. Ella creía en un ente especial y superior al que acudía para hablar y para desahogarse. Se sentía escuchada y sabía que la escuchaba porque al tiempo, cosas por las que había pedido y rezado cada noche, se cumplían, no al día siguiente de pedirla, pero sí al cabo del tiempo, justo en el momento en el que las cosas aún tienen solución y por las que además, ella luchaba y cogía fuerzas.
Se sentía fuerte cada día por hablar cada día con ese ser superior y por predicar cada noche, se sentía llena.
Hasta las cosas que parecen no tener solución, se superan y se siguen luchando hasta el final y por eso ella predicaba cada noche y estaba siempre respaldada por ese ser especial para ella. Además, siempre le daba las gracias por todo.
Siempre pedía por todos los que tenía a su alrededor y por los que no tenía a su alrededor.
La hacía feliz.
Es muy importante darse cuenta y respetar los actos de fe y de predicación a la religión, aunque nunca es bueno llegar a los extremos.
Respetar y no imponer.

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